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  • Foto del escritorJuan Ignacio Riquelme

Banega, el factor “x” de la levantada argentina


Rusia 2018 | Selección Argentina

Banega, el factor “x” de la levantada argentina



Banega busca asociarse y acitvar a Messi, quien lo considera como el más apto para llevarle la pelota a tres cuartos de campo rival.

27 de junio de 2018


Si bien en España, donde se desempeña fin de semana tras fin de semana defendiendo los colores del Sevilla, lo apodan “El Rey del Pase”, en la selección argentina todavía no pudimos descubrir y disfrutar esa faceta del jugador nacido en rosario. De carrera rápidamente ascendente en sus inicios, fue subido por Basile a entrenar con la primera de un Boca multicampeón con tan sólo 16 años y para 2007 ya se había convertido en pieza fundamental en el andamiaje del equipo que alzó la Copa Libertadores ese mismo año, en el que también coronó con el título en el mundial juvenil de Canadá y la posterior venta al Valencia de España en una cifra millonaria (18 millones de euros). Luego su carrera entró en una meseta: pasó por Atlético de Madrid, Newells, volvió a Valencia. Siempre a préstamo y buscando llegar en ritmo a un mundial. Sin embargo, nunca se asentaba y tuvo dos grandes frustraciones al quedar afuera de Sudáfrica 2010 y Brasil 2014. Hasta que llegó a Sevilla y todo cambió: su cabeza hizo un click, mejoró notablemente su rendimiento, fue traspasado al Inter y Sampaoli siempre tuvo predilección por su forma de jugar. Quería convertirlo en el eje de su equipo para ser rueda de auxilio de su amigo Messi en la creación de juego.


Una lesión en la última fase de preparación previa a Rusia activó las alarmas y los viejos fantasmas del pasado sobrevolaron en él. Sin embargo, era tal la devoción del DT por el juego de Ever, que su participación en la Copa del Mundo nunca estuvo en duda. No hubo riesgo de un tercer mundial desde el sillón de su casa para “El Rey del Pase”.


Una vez instalados en Rusia, comenzó desde atrás ante un temeroso primer planteo del DT, quien optó por la vieja guardia en el eje y se inclinó por la dupla Mascherano-Biglia para darle equilibrio al mediocampo. La apuesta salió mal, y el ex Boca ingresó en el segundo tiempo ante Islandia, teniendo buenos minutos. En el segundo y trascendental partido frente a Croacia se imponía su ingreso, aunque no saltó ni un minuto al terreno de juego. Para la “final” ante Nigeria, Messi pidió por su figura en la reunión que mantuvieron jugadores y cuerpo técnico, lo que derivó en su presencia en el once titular ante los africanos. El capitán está convencido que, del plantel, Banega es quien mejor calidad de pase le ofrece y más lo entiende a la hora de elegir los momentos para activarlo y hacerlo entrar en juego. El jugador del Sevilla formó un triángulo en el medio junto con Mascherano y Enzo Pérez, recostado sobre la izquierda, para conectar con Tagliafico y Di María, aunque con libertad para moverse a lo ancho si así lo requería la jugada, en un 4-3-3 flexible que diagramó el DT (en ataque se disponían de esa manera, y al replegarse formaban un 4-4-2, con Enzo y “Fideo” cubriendo las bandas). Su actuación en el primer tiempo le dio la razón a Messi; Mucha movilidad para desmarcarse y recibir siempre bien posicionado y libre, dotó de juego al equipo al ofrecer pases a diferentes alturas (clave para progresar con tenencia). Manejó a gusto el ritmo y los tiempos del equipo, sintiéndose a gusto y dándole confianza a sus compañeros, que lo buscaban constantemente para que los haga jugar. su gran actuación queda reflejada en la antológica habilitación al Diez para su golazo. Panorama y pegada quirúrgica para que Messi reciba con ventaja y pueda hacer lo que tantas veces le vimos hacer en Barcelona y le reclamamos que haga en la selección. Quizás antes no supieron rodearlo.


Ahora toca Francia, y por más que el equipo seguramente tendrá cambios por cómo se maneja este cuerpo técnico, hay una certeza: Banega debe jugar (y hacer jugar). Demostró estar a la altura y tener ganas, que es lo importante. Ever llegó para quedarse, y tuvo una actuación como para ganarse el derecho a ser un fijo en el once y no volver a salir. Por lo menos en Rusia.

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